lunes, 28 de junio de 2010

NOTICIA NACIONAL POR Eduardo Pizarro Leon Gómez


¿Presidente en cuerpo ajeno?


Muchos comentaristas de prensa han planteado que el nuevo mandatario, Juan Manuel Santos, a pesar de su propuesta de impulsar un gobierno de unidad nacional, está en realidad condenado irremediablemente a constituir un gobierno de "pactos burocráticos" excluyentes. Es decir, una especie de milimetría político-partidista, como se denominó durante algunos gobiernos del Frente Nacional la repartición estricta del botín burocrático entre conservadores y liberales.

El argumento central serían los supuestos acuerdos de índole burocrática que el nuevo presidente debió firmar con distintas fuerzas políticas para alcanzar las mayorías electorales y parlamentarias. Incluso, sostienen estos comentaristas, que dado que la torta no va a alcanzar para todo el mundo, pronto van a aflorar los resentimientos y las fisuras.

Las primeras señales van, sin embargo, en abierta contravía de estas apreciaciones. En primer término, los nombres de ministros que ocuparán las carteras de Hacienda (Juan Carlos Echeverry), Transporte (Germán Cardona) y Relaciones Exteriores (María Ángela Holguín) están lejos de la idea de un gabinete fundado en cuotas partidistas. Se trata, ante todo, de personas con una reconocida solvencia técnica y profesional. Lo mismo se puede afirmar del resto del equipo ya designado (consejero de comunicaciones, secretario privado y secretario general de la Presidencia).

En segundo término, las claras señales del deseo de impulsar un gobierno incluyente y fundado en la construcción de consensos nacionales se han visto ya reflejadas en los diálogos sostenidos entre Juan Manuel Santos y quienes fueron incluso sus más fervientes opositores durante los comicios electorales: Rafael Pardo y Gustavo Petro. Estos encuentros han girado en torno a temas cruciales de la vida nacional, tales como, en el caso del máximo líder del Polo Democrático Alternativo, los derechos de las víctimas, la restitución de sus tierras y el manejo del agua. Tres temas estratégicos para el futuro del país.

Finalmente, el proyecto de gobierno nacional se vio claramente expresado en la reunión que sostuvo Santos con los presidentes de las cuatro altas cortes (Constitucional, Corte Suprema, Consejo de Estado y Consejo Superior de la Judicatura), tendiente a superar las graves tensiones y fisuras entre la Rama Ejecutiva y la Rama Judicial.

Si a estas tres dimensiones añadimos los mensajes apaciguadores dirigidos hacia los gobiernos de Venezuela y Ecuador, es evidente que el estilo de gobierno de Santos será desde muchos aspectos diferente del de Álvaro Uribe. Habrá un continuismo básico en las políticas de seguridad democrática, confianza inversionista e inversión social. Pero habrá, a su turno, un viraje en la forma de ejercer el poder, pues el talante del nuevo mandatario difiere mucho del talante uribista.

Uribe es directo y confrontacional. Su estilo se fundamenta en la afirmación rotunda de sus convicciones. Santos es más abierto a la construcción de consensos. Mientras el liderazgo uribista descansa ante todo en la figura presidencial, Santos es más partidario de la construcción de pactos de gobernabilidad.

Los logros de la administración de Álvaro Uribe serán, sin duda, preservados por el nuevo gobernante. Pero el estilo y las modalidades de gobierno van a sufrir una profunda renovación.

En Colombia no va a haber, como en Rusia, un presidente de fachada. Santos no va a ser una especie de Dimitri Medvédev, quien ejerce a la sombra del verdadero jefe de Estado, Vladimir Putin. No habrá una presidente en cuerpo ajeno.

Ni Uribe quiere ser Putin, ni Santos lo permitiría. Quienes ven en el nuevo gobierno una simple continuidad del gobierno anterior se equivocan. Pero quienes quisieran enfrentar a Santos con Uribe también se equivocan. Los logros de la administración de Uribe van a ser conservados, pero los cambios de estilo gubernamentales van a ser también profundos.


Eduardo Pizarro Leongómez
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